A María La Jabera

Recuerdo de Pilarín

Hablar de mi tía, María La Jabera, me traslada a mis años de infancia y juventud.

La recuerdo, como una persona buena, sumisa y un poco incomprendida.

Siempre preocupara por la familia, por el pueblo y sobre todo con una devoción especial por su Virgen del Carmen y La Milagrosa.

La recuerdo en su casa al cuidado de su madre (mi abuela), que siempre estaba enferma, poniéndole cataplasmas en el pecho y espalda porque padecía de bronquitis y serían los remedios de aquellos tiempos, tapada hasta la cabeza. Por las mañanas no le faltaba su yema y el caldo que le daba como reconstituyente.

Se crio en una familia de diez hermanos, todos trabajaban en el campo y ella se ocupaba de la casa y de todos los que vivían en la misma.

Algunos de los hermanos fallecieron muy jóvenes, y uno de ellos dejo dos de sus hijos muy pequeños, Quico y Lolín.

A Quico le crio ella, le daban ataques epilépticos y sufrió mucho por ello. Nosotros que éramos muy pequeños le teníamos miedo, porque cuando le daba un ataque hacia un ruido espantoso y con unas convulsiones, que tenían que sujetarle entre unas cuantas personas (por lo menos en mi caso, dejo huella en mis recuerdos). A pesar de todos los cuidados, un día al llevar las vacas a beber le dio un ataque y se ahogó en el fango.

Las tragedias familiares no le restaban entusiasmo para ocuparse de muchas más cosas.

Como dije anteriormente de su devoción a la virgen queda constancia actualmente.

El altar

En su casa aún se conserva el altar que levanto a la Virgen Milagrosa que ella confecciono íntegramente.

Metido en su armario empotrado esta su creación. Esta confeccionado en fieltro, lleno de estrellitas que ella misma cosió una a una. En la foto adjunta puede verse.

Al Corazón de Jesús que también se conserva en la sala, está en un pedestal de madera que cubrió con tela granate de fieltro, donde también puede verse las letras incrustadas con la misma técnica, como también aparece en la foto adjunta, las coronas que porta la Virgen están realizadas por ella en pedrería que más adelante explicaremos.

Un trabajo especial fue la confección del Palio que, con ayuda de las monjas del asilo y algunas jóvenes del pueblo, logro terminar.

El Corazón de Jesús

Otro de sus logros fue la realización de las coronas de la Virgen del Carmen, que con mucho trabajo y tesón hizo realidad.

No tenía medios para hacerlo, pero con su ingenio logro que un chatarrero que venía al pueblo, por entonces, le hiciera unos moldes que ella diseño, en latón del que usaba para arreglar los cacharos, y así pudo sujetarlo.

Obtenía la pedrería con la colaboración de Faela Poó que hacía de intermediaria, llegaba a ponerse en contacto con las señoras nobles que residían en Comillas en verano, le daban trajes de noche de pedrería que luego ella iba seleccionando para sus diversos trabajos. A fuerza de mucho trabajo que quitaba de sus horas de sueño, conseguía casi todo lo que le proponía.

María La Jabera

Otra de sus preocupaciones era cualquier actividad del pueblo.

Formo un grupo de niños para ensenarle la danza de Trasvía, y luego los llevaba por los pueblos limítrofes donde obtuvieron varios trofeos, los medios de transporte eran los carros de vacas y en más de una ocasión les pillo un buen chaparrón donde llegaron como sopas, como ocurrió una vez que los llevo a Udías.

Después de la guerra quedo la iglesia totalmente destruida, y su preocupación se centró entonces en como poder reconstruirla, y sin pensarlo dos veces realizo una colecta entre los vecinos y conocidos donde obtenía donativos en metálico y en especies que luego vendía. Así llego a recaudar lo suficiente para hacer un nuevo retablo, que le encargo a los hermanos Quevedo, artesanos del lugar.

El retablo

Podríamos contar muchas más anécdotas, pero como podemos observar, las personas que la conocimos, y más las que estuvimos muy cerca de ella, la recordamos con el cariño, el respeto y la admiración que ella se mereció.

Con todo mi cariño, de tu sobrina.

Pilarín.

Mercedes Poó

A María Fernández, de su ahijada

A María Fernández

A María Fernández,
unas palabras de alabanza,
y de sus virtudes ocultas
que guardamos en nuestro interior,
todas no se pueden describir,
pero sí las vivimos contigo
y buen ejemplo tuvimos.
Pero lo que no se puede callar
es lo que sufriste
hasta que a tu Virgen del Carmen
la pusiste la corona.
Porque comprar no se podía,
y que tu tanto empeño ponías,
no encontrabY sólo un señor de humilde oficio,
te comprendió María,
y con tu fe, el logró encontrar
y completar tu obra que más querías.
Y con tus manos y tus ideas,
que tu no sabias,
lograste la obra para tu Virgen.
Gracias María.